sábado, 2 de noviembre de 2013

¿Cómo comenzaste con los juegos del Rol?

     Saludos a todos, entes diversos.
     Como primera entrada no se me ocurre nada mejor que aceptar el reto de Trasgotauro y empezar por el día 1... aunque ya estemos a día dos. Y luego ya nos iremos conociendo, estimados entes diversos, que el camino es largo. Así que nada, redoble de tambores (prumrmrmmrmrmrmrr...) yyyyy

     EL DESAFÍO DE LOS 30 DÍAS

     1. ¿Cómo comenzaste con los juegos de Rol?

     No recuerdo el año, quizá finales de los 80 o inicios de los 90, pero sí me recuerdo a mí mismo y a mi hermana de visita en una pequeña librería que hacía esquina en la manzana donde se encontraba el negocio familiar.

     Yo pasaba mucho tiempo en esa librería, y el día en cuestión estaba buscando alguno de los muchos libros de recetas que le regalé a mi madre en mi más tierna adolescencia. Y nada, buscando buscando buscando apareció un enorme libro negro embutido en una especie de funda de cartón negra, con la silueta de una nave apenas delineada en blanco brillante.

     No parecía un recetario, pero molaba un rato. Era Traveller, claro, editado por diseños orbitales. Y aunque costaba un congo lo compré, tratando de convencer a mi hermana pequeña (en ese entonces una niña) de que contribuyese con sus ahorros porque, aunque parecía un libro, la cosa negra con letras rojas era en realidad un juego.


Que sí, tata, que lleva la receta del Bacalao al Pil Pil.
Jurao te lo digo.


     Antes de eso ya había vivido un acercamiento a los juegos de rol con los librojuegos, tan en boga en ese final del siglo XX. Pero "Traveller" no se parecía en nada a cuanto hubiera visto antes. Y al joven fanático de la literatura de ciencia ficción y las películas de StarWars se le abrió todo un mundo de posibilidades.

    ¿Treinta? años después, cuando regreso poco a poco al universo lúdico del rol, sigo viéndome con nostalgia entre los estantes de aquella vieja librería murmurando "Traveller", dirigiéndome hacia la caja y pagando un dinero que no tenía, apostando a ciegas por algo que me iba a dar tantas y tantas horas de risas y diversión.

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