viernes, 22 de noviembre de 2013

Las mayores guarradas que has comido durante una sesión

     EL DESAFÍO DE LOS 30 DÍAS.
     Día 22: Las mayores guarradas que has comido durante una sesión

     Los palitos blancos que vician.

     Esta entrada va a ser muy corta y poco enjundiosa, porque como bien saben mis compañeros de mesa yo soy de natural sibarita y acostumbro a acompañar mis partidas de una buena copa de vino o alguna cerveza especial, siempre irlandesa o belga. Una vez me llevé 150 gramos de jamón ibérico de bellota a una partida de Esoterroristas, así que comprenderéis que la pregunta de hoy no va mucho conmigo... pero bueno, es lo que hay: esto es un reto, y hay que apechugar. Como diría uno que yo me sé, haber preguntado otra cosa.
     
     Así que, al ajo.

     Hemos comido cosas muy malas y en muy grandes cantidades durante nuestras sesiones roleras. Sobre todo durante la adolescencia, que es cuando te metes entre pecho y espalda cualquier cosa que te pongan sobre la mesa. 
     Pero ninguna como la cosa esa alargada: los palitos blancos que vician.
     No recuerdo el nombre de estos bichos, y en honor a la verdad, tampoco es que sean tan gran guarrada. Pero hay algo dentro de esos bichos blancos y brillantes algo… algo maligno, algo que no es de este mundo, algo tremendamente adictivo que te obliga a comerlos sin cesar, plato tras plato, bolsa tras bolsa. Mi mesa y yo hemos devorado arrobas de esas mierdas blancas.
     Arrobas.

Esto de arriba blancuzco y alargado, oculto entre las demás cochinadas, no es un tipo de snack. 
Es un Primigenio.
¡¡Ia Ia cthulhu fhtagn!!


     Durante un tiempo, estas malignidades con forma de gusanito, estos arteros entes primigenios aparecían en cada sesión aunque todos coincidíamos en que no eran particularmente sabrosos. Éramos conscientes de que una vez abierta la primera bolsa se adueñaban de nosotros y ya no podíamos ni siquiera mantener la concentración en el juego…

     Terrible.

     No sé cómo consiguieron dejarlos mis amigos; en lo que a mí respecta, mi exilio en el lejano norte por motivos de trabajo me salvó de ese viejo y preternatural mal con forma de gusanito blanco.

     Aunque reconozco que esas aterradoras obscenidades siguen apareciéndose en mis pesadillas, inundándome de sudores y horror y despertándome entre alaridos y lágrimas de pavor.

1 comentario:

  1. Casi había olvidado los gusanitos blancos. Al resto nos salvaron David y Montañes. El primero con una dieta cuidada a base de buenos fiambres y el segundo con sus bolsas de gominolas. No hay como substituir una adicción por otra.

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