sábado, 2 de noviembre de 2013

Día dos: tu Juego Favorito

     

     EL DESAFÍO DE LOS 30 DÍAS.

     2. Juego Favorito.

     La Biblioteca de mi pueblo era mi coto privado de caza. A varios niveles.
     Primero estaban los libros. Hubo un tiempo en mi vida que llegaba a leer un libro por día, y todos salían de allí, un edificio moderno y poco funcional situado frente a la Torre mora, en el puro centro. Devoraba por igual a Camus y a tito Stevie (King), a Poe como a Borges. En ese entonces no percibía dónde hay talento y grandiosidad (S. King) y dónde puro artificio farragoso (Lovecraft): me gustaba todo.

     Aparte de libros, también cazaba ligues. Muchas chicas de mi franja de edad acudían a la biblioteca con el noble y loable (y alguna otra cosa más acabada en “-ble”) afán de conocer churris mientras hacían como que estudiaban. Aunque lo que sí hacían todas ellas, y todos ellos, era fumar como descosidas en los pasillos y escaleras (eh, en aquel entonces fumar no era delito federal) mientras torpemente lanzaban sensuales arpones a sus objetivos con los ojos, las comisuras de los labios, o lo que fuera. A mí lo de fumar no me iba. Lo de ligar sí.

Ah, ¿que tú habías venido a leer...?


     Pero aquí estamos hablando de rol, así que me dejaré las historias de conquistas femeninas y luchas carnales para otro blogg y volveré a lo que interesa: mi juego favorito.

     Una de aquellas tardes, yo con unos dieciocho años, hablaba con un tipo de mi edad a quien había pillado leyendo un libro-juego y a quien intentaba convencer para jugar a rol en mi aún inexistente “primera mesa”. Desde lo del Traveller que os conté en la entrada anterior ya había pasado el tiempo; un par de años, quizá. Y yo seguía virgen rolísticamente hablando (de lo otro ya he dicho que no voy a hablar).

     La conversación debió ser tan aburrida que la he olvidado por completo. Pero lo que sucedió después no creo que pueda olvidarlo jamás: despidiéndome del chico aquel apareció otro que se presentó sin avisar.

     “–Hola. Soy Luis. Pero mis amigos me llaman Güiso.
     –Ah. Pues hola. Yo soy Víctor.
     –He oído que hablabas de rol. Yo juego a Rol con unos amigos. Si te apetece, podrías pasarte por casa este sábado y así juegas con nosotros.”

     La verdad, no sé por qué me dijo aquello de que sus amigos le llamaban Güiso: es mi amigo desde entonces y jamás he oído a nadie que le llamara así. Pero al tajo: él me invitó, y aunque yo no lo conocía había rol de por medio. Como tenía un compromiso pendiente con el rol me planté en su casa ese sábado sin pensarlo demasiado.


     Lo que sigue es historia personal. Entrañable, larga; algunas de mis amistades más prolongadas en el tiempo nacieron aquella tarde de sábado. Y se jugaba a MERP, “El Señor de los Anillos”, esa suerte de Rolemaster a dieta metida en un libro rojo con una magnífica y evocadora ilustración que no ha sido nunca igualada por ningún otro juego ambientado en la Tierra Media de Tolkien. Desde entonces jugué mucho a aquel juego y con aquel sistema, y aunque en mi corazoncito haya otros que prefiero (por ambientación, por mecánicas, por lo que sea), ese primer MERP sigue siendo mi juego preferido. 

1 comentario:

  1. Algún día tenemos que volver a Padre Méndez, invitar a Luis a unas cuantas jarritas y conseguir que nos cuente en que estaba pensando cuando te soltó eso de "Güiso".

    ResponderEliminar