martes, 12 de noviembre de 2013

El Enemigo favorito al que te has enfrentado

     EL DESAFÍO DE LOS 30 DÍAS
     Día 12: El Enemigo favorito al que te has enfrentado

     Kordul.

     Durante mis primeros días del Señor de los Anillos nuestros caminos se cruzaron, literalmente, con este tipo. Probablemente el individuo dotado del don de la adivinación/oportunidad/ubicuidad más extraordinario que jamás haya visto en un juego de rol. Una excelsa muestra de la aplicación del principio de “Master ex Machina”, la personificación de todos esos momentos en los que hagas lo que hagas sabes que NO PUEDES ESCAPAR.

     Kordul. Cacho perra.

     Los detalles previos permanecen en la nebulosa propia en la que se hunden los recuerdos poco significativos con el peso de las décadas. Sé que amargamos levemente su existencia de villano rencoroso, y que decidimos huir del valle donde campaba a sus anchas sin que nadie le plantase cara. 
Huir a veces es la mejor opción, ¿no? Todo eso de correr para poder replegarse, de seguir vivo un día más, ¿no? Pues no, mis queridos entes diversos: de Kordul no escapa nadie. 


Aquí, la tumba de Cristo.
Si Kordul hubiera puesto la piedra, Jesús seguiría dentro.


     Nuestra vía de escape era la lógica, dijo después nuestro querido master, y consistía en atravesar las montañas por un paso franco junto al río. Hasta ahí, bien. Pero la salida del valle no tenía un ancho de cuatro metros y medio, no: era la típica apertura entre dos montañas. Estamos hablando de kilómetros.
El caso es que por allí vimos una cabaña. La cabaña parecía abandonada. No había ni un solo caballo (nosotros viajábamos rápido), así que era IMPOSIBLE que nadie llegado desde el valle (no sé, algún villano rencoroso) nos hubiera adelantado a pie. Aun en el caso de que alguien fuera tan rápido, era de todo punto más imposible todavía que se le hubiera ocurrido meterse dentro de la cabaña, por si un aquel nos daba por parar allí: los villanos rencorosos con el don de la ubicuidad no te esperan dentro de una cabaña, te atacan durante la noche mientras haces guardia junto a tres o cuatro de sus colegas. Pero Kordul no. Kordul era sibilino, artero, malicioso, más inteligente que nosotros y mejor adivino que la pitonisa Lola: Kordul SABÍA que íbamos a pasar exactamente por allí, que íbamos a detenernos exactamente en ese punto y que íbamos a entrar confiados en aquella jodida cabaña.

¿Es Kordul, verdad? Lo sabía, Sam. ¡Sabía que nos estaría esperando!
Naaaa, tranqui, señor Frodo. Sólo es una araña gigante.


     El combate posterior fue toda una masacre que finalizó cuando a Vicente (el Asimilador, “aquel que atrae las pifias”) se le ocurrió quemar la cabaña; nunca volvimos a ver a Kordul. Pero jamás lo olvidaríamos.


2 comentarios:

  1. Me planteé volver a sacar al amigo Kordul en alguna otra ocasión pero con el tiempo me alegro de no haberlo hecho.

    Yo recuerdo que estaba totalmente justificada la presencia de Kordul en la caballa, que por cierto, de abandonada nada. Otra cosa es como la dejara Vicente y sus instintos pirómanos. Sobretodo porque cuando prendió fuego al techo algunos de vosotros aun estabais dentro de la cabaña partiéndoos la cara. Lo más gracioso de todo es que creo recordar que la única baja al final de toda la historia fue el propio Vicente.

    ResponderEliminar
  2. No es de extrañar: Vicente atrae a las pifias.

    ResponderEliminar